La soprano Vera Cirkovic recibió a BlueberryMúsica para hablar sobre sus inicios en la música, su trayectoria en Argentina y Francia y de su eclecticismo musical característico.

Foto Laurent Poleo Garnier

¿Cómo fue tu infancia en Francia? ¿Tuviste influencias musicales en tu familia?

Yo nací en Francia, con padres Yugoslavos. Tuve influencia musical de parte de mi mamá, siendo que en su familia había ya una tradición de canto, guitarra y baile  y ella era una cantante de coreuta. A los tres años ya estaba estudiando canto, piano, baile e iba al teatro casi todos los días.
Desde muy pequeña ya afirmaba que cuando fuese grande quería ser cantante de ópera y esa determinación me llevo a estudiar en el conservatorio de música de París.
Hubo un momento en tu creciente carrera en la lírica en el cual tuviste que elegir entre dos pasiones fuertes: el canto académico y el under de cabaret. ¿Como fue estar en esos difíciles momentos en los cuales dos facetas prometedoras se enfrentan?

Hoy en día en el mundo de la música clásica está mucho más abierto. En ese entonces era “hacemos música clásica y somos clásicos”. A mí me gusta mucho la música y actuar en el teatro y fue así como formamos, con algunos amigos, un grupo de estilo puramente cabaretero con stand up. Solíamos ir  a cantar al cabaré y montar un espectáculo variado el cual sirvió como escuela para mi. Un día, una gran maestra del conservatorio se acercó y me dijo “se escuchó decir que usted anda en cabaret y si usted quiere hacer la lírica de manera correcta, tiene que elegir”. Ahí fue muy evidente la elección que tuve que tomar, enfocándome exclusivamente en la carrera lírica, aunque siempre estuvo conmigo toda esa veta artística y multifacética que ese ambiente supo desarrollar dentro de mi. 

¿Cómo fue ese momento en el cual vos decidís instalarte en Argentina?
A veces uno no toma las decisiones sino que la vida las toma por vos. Primero vine a cantar acá y me enamore del país. Luego, con un argentino en particular, quien hoy es mi esposo. Hay muchas personas que no pueden dejar su patria y aman el país en que viven, y este es su caso. Por mi parte, yo trate de hacer idas y vueltas, pero paulatinamente se volvió muy cansador, al punto tal de que un día me quede afónica de una manera terrible. El miedo que sentí en ese momento, al pensar que había dañado mi voz de forma permanente, me llevó a decidir que el esfuerzo no iba más, por lo que terminé instalándome en Argentina.
El quiebre con Francia al principio fue muy doloroso, pero hoy en día no sé si volvería de forma permanente. Argentina es un país muy amable a nivel artístico y todo lo que construí fue a puro sudor, con algunos golpes de suerte. A mi edad la gente ya no quiere saber nada pero yo sigo haciendo mi camino, nutriéndome de gente con mucho talento.
Francia, igualmente, me falta y cuando puedo voy y me quedo un mes visito a todas mis amigas.
Hablando de tu último trabajo “entre perros y lobos”: ¿cómo surge este “no concepto” en la elección de las canciones?

Me gusta todo y amo los retos. Me gusta saltar de lo contemporáneo a lo mas clásico, me gusta el arte en general y acumularlo todo en una cosa u temática, en este momento de mi vida, me parece muy reductor. ¿Si me gusta esta canción en castellano, porqué no mezclarla con melodías u estilos de Serbia?
Yo no estoy para hacer algo que le guste a todos, lo mío es muy particular y este proyecto lo concebí en la óptica de que quiero cantar lo que me gusta a mí. Cuando monté el disco, había una lista inmensa de canciones, pero me pregunté «¿qué más habla por mí en este momento?» y fue así como trate de mechar canciones diversificadas utilizando el «no concepto» dentro del espíritu de un espectáculo con diversas emociones. «Entre perros y lobos» deviene de una expresión francesa que habla de una hora muy particular en el día donde, en épocas muy antiguas, no había luz y los lobos acechaban, entonces los perros entraban en las casas y la gente no podía salir. Hoy en día hay luz, pero seguimos teniendo nuestros propios lobos, como la inseguridad por ejemplo.

La cantante nos recibió en su hogar, junto a su esposo, el tenor
Dario Volonte 
¿Ahora en este momento te involucrarías en alguna opera u obra donde todo sea mas estático y encasillado?

¡Obviamente! Ese es mi trabajo y a mí me encanta. Particularmente ahora me gustaría hacer roles mas de carácter, como hay en la opera checa o rusa.



Finalmente: ¿Cómo llegó a tus manos “La Voz Humana”?
Cuando estaba en el conservatorio, una compañera llevo la partitura de la voz humana. Yo la agarre y me puse a cantar una de las partes finales y me dije “quiero cantar esta obra algún día”.
Cuando finalmente la oportunidad de hacerla se presentó, noté que era mucho más complicada de lo que parecía, pero logré estudiarla y entenderla.
Así como con varios roles de Mozart, de los cuales he interpretado y los tomé como propios, ocurrió con “La Voz Humana”. Los siento completamente integrados a mi voz, como si hubiesen sido hechos para mí.
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