A sala llena, como acostumbra a cada visita que realiza a nuestro país, la cantante alemana deleitó al público con su repertorio más intimo e intenso hasta la fecha.

Ich Bin Die Fesche Lola
Fotografia: BlueberryMusica

Bajaron las luces en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Nestor Kirchner y los músicos se acomodaron en sus puestos. La banda, compuesta por cinco músicos profesionales, ya nos otorgaba la sensación de intimidad, en contraposición a su última visita donde el show contó orquesta sinfónica. Las primeras melodías empiezan a sonar y Ute Lemper ingresa al escenario, en una lucha por mantener la teatralización de lo que estaba por cantar y no rendirse ante la ovación del público. Finalmente, ya en el centro del escenario, una sonrisa brotó en su rostro y toda el aura plagada de misticismo y nostalgia con la cual se había comenzado la velada, quedó pausada para agradecer los aplausos con mucho agradecimiento. Así, comenzó el recorrido de “Songs of the broken heart”, una colección de piezas de diversas épocas que juntas cuentan historias de amor, desdicha y búsqueda de camino en la existencia humana.
Con gran virtuosismo, la artista fue introduciendo los distintos escenarios en los que se desarrollaba cada canción seleccionada para formar parte de este espectáculo. Si bien de a momentos era difícil entender los relatos, sobre todo para alguien que no está familiarizado con el idioma ingles, el nivel de interpretación fusionado con el lenguaje corporal de Lemper bastaba para mimetizarse con cada estrofa interpretada.  Los músicos no se quedaban atrás, siendo que cada uno de ellos tuvo su momento de brillo y eran aplaudidos a cada solo que realizaban.
Fotografia: BlueberryMusica
Lo maravilloso de los conciertos de esta cantante con más de treinta años de trayectoria es su increíble versatilidad y gracia para cambiar de armonía, ritmo e idioma en cuestión de instantes. En la noche de ayer, existieron momentos de ira, desolación, lujuria y alegría que fueron prácticamente concatenados de forma sublime, brindando los distintos matices que la voz de Ute Lemper puede alcanzar con una gracia y profesionalismo y demostrando una faceta mucho más emotiva e intima a la que estamos acostumbrados al verla interpretando los éxitos como “All that Jazz” o “Cabaret”.
Como comentario final, podemos notar que Ute tomo como experiencia su anterior presentación y decidió apostar a algo más profundo y cercano a su corazón, como artista y persona. Creó un show sumamente artístico e intenso en emociones que, en sí, recorrió casi todos los proyectos que abarcan su vida profesional, el cuál rindió frutos. Los aplausos eran descomunales y de a momentos era aclamada como si fuese una estrella pop en algún estadio multitudinario.

Con gracia y virtuosismo, Ute Lemper ha logrado dejarnos con ganas de volverla a ver, pese que es su segunda visita consecutiva. Ella, bromeando, dijo “debería mudarme a Buenos Aires junto a este público tan cálido” y creo que más de uno estaría agradecido. Es en esta increíble capacidad de nunca aburrir a su público que genera esta pasión por querer verla una y otra vez, generando una experiencia única a cada concierto que otorga a su público argentino.
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