«…una muestra de cómo se puede resurgir del tradicionalismo con una idea sumamente fresca.»

Créditos: Carlos Villamayor.

La obra presentada en el Teatro Coliseo el pasado Viernes y Sábado refleja algo que el mundo del Ballet necesita más que nunca: propuestas audaces. La redirección de la mítica tragedia, que forma parte del legado de William Shakespare, logró un perfecto equilibrio en el cual se podía detectar sin esfuerzo el nuevo enfoque de la misma, situado en Julieta, y diversos elementos que lograron un exquisito aggiornamento de su contexto, manteniendo el espíritu del libreto del ballet original e incluso intensificando ciertas emociones que este genera. Todo esto, yendo perfectamente de la mano con la maravillosa música original compuesta por Sergej Prokofiev, la cual forma parte de uno de sus trabajos más destacados.

Las diversas emociones sumamente intensas y a la vez etéreas que Julieta transmite en esta reinvención de Fabrizio Monteverde son sumamente adecuadas en relación a los tiempos actuales, pese a que esta reinvención se estrenó en la década del ochenta. El protagonismo que tiene aquí el personaje principal femenino logra demostrar determinación, de la mano de la bailarina AZZURRA SCHENA, a quien debo destacar del resto del cast por su increíble destreza no solo en los momentos de fuerza, sino en los de vulnerabilidad culmine.

Créditos: Carlos Villamayor.

El primer acto estuvo correcto y, sobretodo prolijo. Todo funcionaba acorde y pulido pero con un leve despojo de emotividad. Ya en la segunda parte, estas sensaciones que poco afectaban a la obra en sí, fueron fulminadas. Tan solo basta recordar el Duelo y Muerte de Mercucio y la mítica escena final de Julieta entregando su vida frente al cadáver de su amado, en donde el público se conmovió, logrando el cometido principal que esta obra tiene: lograr una conexión emocional entre el público. Más de una vez note al público con ganas de ovacionar, sin lograr encontrar el momento debido a que la música era grabada y no estaba en la intención de los asistentes interrumpir la continuidad de la misma. Aquellos dos momentos de la obra fueron increíblemente sublimes y no puedo dejar de resaltarlos, dado a que el nivel de compenetración y profesionalismo que los bailarines del Balleto Di Roma demostraron fue excepcional.

Cuando uno escucha la palabra “reversión” o “reinvención”, tiende a generar una leve intriga acompañada por una cierta reticencia. Este miedo subyace en que, al crearse una nueva interpretación sobre un texto ya escrito, uno se expone a experimentar cierta decepción u simplemente a atestiguar el despoje de la magia que posee “la original”. Sin embargo, lo que se presenció en el Teatro Coliseo el último viernes y sábado, fue una muestra de cómo se puede resurgir del tradicionalismo con una idea sumamente fresca.

Créditos: Carlos Villamayor.

Celebramos que la institución Nuova Harmonia siga apostando a lo nuevo y que las dos funciones del abono estuvieron al borde de llenar la sala. Aún queda esperanza para que el Ballet siga llegando a las próximas generaciones.

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