La Orquesta Sinfónica Nacional ofreció una velada sublime, en el día de ayer, frente a un Auditorio Nacional repleto.


La emoción de ver un Auditorio Nacional LLENO no es algo que experimente todos los días. Personalmente, sacando las funciones que no han sido gratuitas, no veía la sala tan llena desde que asistí al recital de la cantante alemana Ute Lemper. Luego de que la pandemia azotara la industria musical tan severamente, encontrarse con un auditorio a plena capacidad es algo simplemente movilizante, más aún cuando se trata que toda la convocatoria fuera por la Orquesta Sinfónica Nacional.  Melómanos, curiosos, amigos de la orquesta y demás integraban el público de ayer en la noche, todos para disfrutar de una velada de música de Alberto Williams, Edvard Grieg y Antonín Dvořák (más un vals como Bis que, desgraciadamente, aún no logro encontrar con su nombre y autor).

Noches como la de ayer en el CCK nos hacen recordar la pasión y apetito musical que el público argentino posee. Aún frente a la transmisión del partido de Argentina vs Uruguay, y en consideración de que el fútbol es la principal pasión característica del pueblo argentino, me encontré con un auditorio repleto y sumamente receptivo de las obras interpretadas por la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires, bajo la batuta del Maestro Luis Belforte.

La noche comenzó con una bella pieza del compositor argentino Alberto Williams “Niebla en la Pampa” de la que disfruté mucho por ser una muy buena elección para pieza de apertura y porque la desconocía por completo (ni siquiera está en Spotify). Luego siguió una parte de la tan conocida suite de música incidental “Peer Gynt” de Grieg, como para agregar un poco de dramatismo y potencia gradual a la velada. Ya para el momento de la serenata de cuerdas de Dvořák, el público se encontraba inmerso dentro de las sublimes interpretaciones de la orquesta.

Si bien la serenata para cuerdas configuró un buen cierre del programa oficial, el público se quedó con ganas de mucho más, apetito que ni el vals de bis pudo satisfacer. En sí, el programa fue un poco más breve de lo que uno se esperaría para un concierto, pero no hay que olvidar que las presentaciones del CCK, al ser gratuitas, atraen públicos muy ajenos al circuito de seguidores de la música académica. Quizás la elección de un programa más breve y conciso, pero bello, termina siendo la más atinada.

De una forma u otra, la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires supo ofrecer una velada de música sublime y con una interpretación exquisita. Sin recurrir a un repertorio cliché, el ensamble orquestal supo captar la atención de una audiencia diversa y dejarlos prendidos de las exquisitas melodías de los compositores previamente mencionados. Sin duda, noches como la de ayer en el Centro Cultural Kirchner, representan un triunfo para la cultura.


Luciano Ayala es el creador de BlueberryMusica. Desde su propia pasión y devoción por la música, supo a temprana edad introducirse al mundo de la música en general, explorando las raíces del pop, jazz, ópera y “clásica”, para luego comenzar con lo que sería un lugar “en la red” donde todas estas facetas y estilos musicales pudieran convivir de la misma forma y bajo el mismo respeto y admiración. Hoy, frente a su inminente graduación como abogado en la Universidad de Buenos Aires, ha creado un medio que ha realizado coberturas de todo tipo y entrevistas a estrellas mundiales de la ópera, jazz y pop. Asimismo, en fomento de trasgredir etiquetas y encasillamientos, instauró el segmento semanal “Classical Crossover Thursday” cuyo objetivo es difundir la obra de artistas crossover y potenciar el entendimiento del Classical Crossover como género musical en sí mismo.


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