BlueberryMusica tuvo el placer de asistir a la última producción del Teatro Colón, «Ariadna en Naxos» de Richard Strauss. En medio de la vorágine de virtuosismo que está aconteciendo en Buenos Aires – con las visitas de Barenboim, Martha Argerich, Zubin Metha, Rolando Villazón, entre otros – esta ópera no se dejó opacar. Aquí nuestra reseña e invitación a la próxima producción en el mítico teatro.

Foto: Arnaldo Colombaroli

Ariadna en Naxos es una ópera que surge luego de una gran modificación de su idea original. La misma era poder hacer una adaptación de “El Burgués Gentilhombre” de Moliere y, al mismo tiempo, para contrastar la comedia, una ópera seria con argumento mitológico. Luego de fracasar dicho proyecto, el libretista Hugo Von Hofmannsthal empezó a “editar” la obra hasta llegar a lo que hoy se conoce cómo esta ópera dentro de una ópera de Richard Strauss. 

Ante una necesidad de poder satisfacer públicos diversos, la idea original se ve alterada ante esta exigencia popular, a los efectos de poder converger lo mejor de dos disciplinas: la ópera seria y la commedia dell’ arte. Esto ocurrió en aquel entonces para Strauss y su libretista y es lo que también acontece en la trama del prólogo. Pero, yendo un poco más allá de la historia en escena, esto es algo que actualmente sucede en el mundo de la lírica. Podríamos decir que la ópera y sus tradicionalismos se sienten “violentados” por las necesidades de la sociedad moderna y entonces muchos puristas de la lírica reaccionan despavoridos, y hasta ofendidos, al ver que se necesita  caer en dichas tendencias. Puestas aggiornadas a la actualidad o tiempos futuros, cantantes joviales que reinventan los personajes de míticas óperas, entre otras tantas formas de evolucionar las producciones operísticas, son motivo de disputa entre los melómanos y, mismo, entre el público en general. Sin embargo, esta ópera toma la disputa entre “lo serio” y “lo moderno” y lo teatraliza desde el enfoque de qué es lo más respetable, siendo los máximos referentes de esta discusión El Compositor y Zerbinetta. Es en esta colisión de ideas, que ambos personajes tienen, que logran, por breves momentos, el entendimiento y hasta la conexión entre aquellas dos disciplinas que, al principio, parecían ser como el “agua y el aceite”. Luego, esta armonía desaparece, pero, aún así, enfrentan algo que no pueden controlar: las órdenes de quien los contrató, el hombre rico de la casa, que representa esa alea incontrolable y no piadosa del esfuerzo que conllevan ambos espectáculos. Esta última cuestión – la decisión del hombre rico – también podría ser una alegoría del público y su variación en el gusto: no importa cuanta pasion le imprimas a algo, si no hay quien te aplauda por ello, y para eso hay que seguir las tendencias que surgen una y otra vez ante la renovación continua del público.

Esta ópera que, no solo adopta la idea del metateatro, sino que también habla sobre los tradicionalismos y su afectación por lo fresco e innovador, en el mundo de la música, es simplemente asombrosa y bien capturada por esta producción. Al final de la misma, Ariadna cae a los brazos de Baco, representando no solamente un cambio de parecer en el personaje respecto a la vida, el amor y un final puro y trágico, sino también un cambio de paradigma de lo que ella consideraba como lo que sí o sí debía ser. El acto culmina con la soprano despojada de gran parte de su ornamenta de primadonna, cantando y dándose cuenta que el mundo sigue a su alrededor y que, si ella no muta con el, morirá en el olvido (un mensaje muy bien logrado en esta producción del Teatro Colón).

Arnaldo Colombaroli

Una excelente y para nada anticuada puesta acompaña una buena expresión gráfica de esta idea de Teatro dentro de un teatro, haciendo hincapié hasta en los detalles que otorgan que componen lo que es el backstage de una obra. Así fue como, en el prólogo, se pudo observar las distintas emociones con las que se enfrenta un elenco antes de salir a escena, como también el staff que se encuentra a los costados del escenario, controlando toda la situación desde sus dispositivos inalámbricos. 

El vestuario fue de un impecable diseño y confección e incluso acompañó el doble sentido que esta ópera ofrece al público espectador. Esto se pudo ver demostrado al ver como las Ninfas, el Eco y la misma Ariadna llevan sombreros típicos de corista de Las Vegas, materializando esta fusión de la ópera con el espectáculo de comedia,. Lo mismo ocurre con Zerbinetta, cuya estética en escena son guiños a la Material Girl de Madonna y al personaje de Broadway Sweet Charity o Baco, que es representado con plumas en vez de uvas, quizás siguiendo esa línea de pomposidad que un espectáculo nocturno tendría. Todos estos detalles conforman una excelente producción de escena que reluce lo mejor de esta obra de Strauss. 

Cast de Lujo:

Sin duda alguna en esta producción no existieron puntos débiles. Todos los personajes protagónicos poseen su momento de brillo y despliegue, inclusive quienes solamente aparecen en el prólogo. Carla Filipicic Holm tiene de forma innata la presencia de toda una primadonna, por lo que este papel le salió naturalmente, sumado a que su voz fluye con una intensidad placentera, que aprovecha la acústica del Colón para llegar a cada asiento del gran teatro. No se queda atrás el tenor Gustavo López Manzitti, quien también brilló, no solo con su enérgica voz de gran matiz, sino con sus dotes actorales para con las escenas de comedia. El dueto «Gibt es kein Hinüber?«, junto a estos dos cantantes, fue un momento sublime, sobre todo para aquellos que pudieron sentir, en algún momento, una añoranza por una escena seria y representativa de la lírica en general.

Respecto a las cantantes invitadas empezaré por decir que Ekaterina Lekhina logró, con suma naturalidad, dar vida a una Zerbinetta que tranquilamente podría ser la jovial confidente de alguno o alguna actualmente. Su voz tuvo algunos inconvenientes en los momentos de mayor dificultad interpretativa del personaje, pero lejos estuvieron de opacar una buena interpretación. Jennifer Holloway fue excepcional durante todo el prólogo, conquistando el escenario con una voz formidable y de exquisita pronunciación, siendo, en nuestra humilde opinión, la mejor de la noche. Ella fue la encargada de brindar el verdadero drama y crisis a la trama de esta obra de Strauss, cuyo dinamismo de emociones fueron hermosamente expresados a nivel vocal y actoral. 

Se confirma la genialidad de Strauss:

Debemos decir, a modo de comentario final, que esta producción hizo honor, no solamente a esta obra, sino a la genialidad de Richard Strauss y Hugo Von Hofmannsthal. Como bien mencionamos al principio, esta obra tiene temáticas que mismo se pueden adaptar a nuestros días, mirando hacia dentro del mundo de la lírica. Esta mirada innovadora es característica de grandes composiciones del autor alemán, pudiendo mencionar a Salomé y Elektra, entre muchas otras óperas cuyo simbolismo, roles vocalmente fascinantes y tramas que invitan a una mínima reflexión forman puntos en común que caracterizan a este gran compositor del Siglo XX.

Arnaldo Colombaroli

Lo que se viene:

La próxima producción será L’Incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi, los días 30 de Agosto y 1, 3 y 4 de Septiembre, en versión concierto. El elenco de cantantes involucra figuras argentinas (Veronica Cangemi y Mariana Flores), italianas (Raffaele Pé, Luigi di Donato y Filippo Mineccia), españolas (Josè Maria Lo Monaco, Francisco Fernandez Rueda y Juan Sancho) y francesa (Emilie Rose Bry). Una de las óperas más características de este compositor, que ha sido uno de los padres de la lírica, en toda su complexión, que incluso alberga el gran y legendario dueto de amor “Pur ti miro” para soprano y contratenor, el cual podemos escuchar aquí:

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